
Hace unos días leí una historia que me conmovió bastante. Unos niños y niñas de quinto grado de primaria en Hamburgo, Alemania hicieron una proeza admirable. Digna de aprendizaje para todos nosotros los seres humanos... ¿saben qué hicieron? Evitaron que su compañero Gleb fuera deportado. Sí. Así como lo leen, esos chiquillos, que a lo mucho deben tener entre diez y once años se movieron para impedir que suceda algo que no querían desde el fondo de su corazón. ¿Cómo consiguieron salvar a su compañero? Fácil, ellos crearon una petición ciudadana en internet e iniciaron una campaña pidiendo al gobierno local que no permita que se hagan los trámites necesarios para la deportación de su amigo. Gleb era especial para esos pequeños, el niño había viajado hacia Alemania para recibir tratamiento contra la leucemia. Ahí se sometió a la operación que le salvó la vida, se reincorporó a la escuela y se convirtió en uno de los mejores estudiantes de su aula. Los niños motivados sobre todo por la primera razón de la estadia de Gleb, se movilizaron e hicieron este magnífico acto hasta que un concejal les prestó atención. Gracias a la fuerza de la campaña que habían creado, en pocas semanas evitaron la deportación de Gleb, salvando su vida y su futuro.
Esta historia que les acabo de relatar define la amistad damas y caballeros.